El reciente impulso que realizó el Papa Francisco convocando a un partido de fútbol internacional por la paz plagado de personalidades del deporte, llama la atención una vez más sobre la necesidad que se tiene a nivel mundial de trazar un recorrido de aversión a la violencia.
Es indudable que los niveles de violencia se han ido incrementando con el correr de los años y si bien hay muchos análisis sociológicos y hasta económicos que alertan sobre las causas de esta realidad, lo cierto es que no se debe pasar por alto ese inmenso olvido en que nos vemos sumidos acerca de la humanidad que todos compartimos y que nos debería hermanar.
Una alza en la violencia es directamente proporcional con una baja muy fuerte en los valores humanos que hace un tiempo se defendían a ultranza. Y no son actitudes imposibles de realizar, simplemente se fue cayendo en un facilismo que hizo que hasta nos olvidáramos de lo importante que es un cordial saludo.
El individualismo, el egoísmo, la búsqueda de estar siempre en el centro y en los primeros lugares son algunas de las actitudes que han ido incrementándose al punto de no ver quién está situado al lado. Y si el entorno no acompaña en la búsqueda y en el logro que yo deseo alcanzar, lo maltrato, lo denigro y, finalmente, lo elimino para que no estorbe.
Estas actitudes se multiplican en todos los niveles y en todas las edades. Y si desde la adultez no se brinda ejemplo y no se predica con la propia acción ¿qué se puede esperar de la sociedad que formen los que ahora son niños o jóvenes?
Como contribuir a la paz desde nuestra propia vida
Búsqueda de la paz:
Todo no está perdido si se quiere empezar a forjar la paz, y hay muchas actitudes cotidianas con que se puede fomentar esta vida hermanada en el Amor.
– Buscar siempre la sonrisa dentro del entorno familiar.
Es muy común que las preocupaciones quiten este simple gesto de la cara y se anteponga el fastidio, el grito o el silencio en el momento del encuentro cotidiano con la familia. Sostener la sonrisa puede ser una buena clave para comenzar.
– Dialogar aunque cueste.
Muchas veces la violencia es resultado de malos entendidos que si se hubieran aclarado a tiempo habrían evitado varios gritos. Por ello dar lugar al diálogo, en todo entorno de la vida, es un aporte a la paz.
– Respeto por el propio lugar y por el ajeno.
La invasión en lugares del otro sin medir lo que se pueda herir o producir es otra de las actitudes que se pueden cambiar. Evitar las críticas, lo mal intencionado, las palabras hirientes. Todas esas actitudes generan reacciones que llevan a manifestaciones violentas.
La paz se puede construir día a día dentro del núcleo del hogar, solo hay que preocuparse por convertirse en buenos obreros.