«Pidamos a Jesús resucitado que transforma la muerte en vida, que cambie el odio en amor, la venganza en perdón, la guerra en paz. Sí, Cristo es nuestra paz, e imploremos por medio de él la paz para el mundo entero»
Papa Francisco
Una nueva Pascua se presenta como un regalo de Dios. No solo porque nos recuerda aquel primigenio sacrificio a través del cual nos entregó a su hijo único, Jesucristo, para nuestra salvación, sino también porque es la oportunidad que tenemos para pensar en nuestras propias cruces, en nuestros cotidianos sacrificios y cómo pueden ser orientados para crecer como personas y enfocarnos en lo verdaderamente importante.
La Pascua tiene eso triste de la muerte pero también el gran regocijo de la Resurrección que sobrepasa cualquier otro mal paso. Y ello trasladado a nuestras vidas nos hace pensar que siempre se puede encontrar una nueva vida frente a lo duro que se pueda pasar. La resurrección cotidiana frente a las dificultades es por demás provechosa porque también hace renacer con una nueva energía a todo lo que deba ser enfrentado.
Situaciones de familia, discusiones cotidianas, enfermedades que acosan, inseguridad civil, separaciones… tantas y tan diversas son las cruces con las que podemos encontrarnos en nuestro diario caminar…
Sin embargo, de algo siempre se debe estar seguro, y es que la misericordia de Dios nunca nos hace cargar cruces cuyo peso nos sea imposible de soportar.
Es doloroso el camino, parece que no se llega a ningún lado y que el caminar es imposible, pero cuando se mira alrededor, se deben poder ver esos sostenes que ayudan a cargar la cruz, como pueden ser los amigos o familiares, aquellos que también aprenden con nuestro entereza a llevar adelante sus propias vidas.
Llevar la cruz cuesta, y cuesta mucho pero vale la pena cuando la mirada está puesta en resucitar.
La Vida Nueva
A veces se puede llegar a pensar en la monotonía de año tras año revivir la Pascua y tener que reflexionar sobre la muerte y la nueva vida, sin embargo, no es en vano que siempre se tiene la posibilidad de volver a empezar. No tenemos todos los años las mismas cruces en nuestras espaldas ni las mismas fuerzas para cargarlas, y sin embargo, la resurrección siempre llega para demostrar que la vida del Cristiano es un constante caminar.
¿Te cuesta llevar tu Cruz? Nunca dejes de mirar a lo alto cuando creas que ya no te quedan fuerzas. No permitas que el pensamiento del no poder te invada.
La Cruz pesa pero Dios dejará al Espíritu Santo para que te ayude a sobrellevar cualquier dificultad.
Y viví cada Pascua como una nueva oportunidad, como una Resurrección necesaria en al que te llenarás de Nueva Vida.
Contenido producido originalmente por FastForward Concepts para Colegio Santo Tomás de Aquino.