Muchas veces, los problemas de aprendizaje de los niños no tienen que ver con cuestiones cognitivas: el bajo rendimiento escolar de uno de cada tres chicos puede estar relacionado con un problema de visión no descubierto a tiempo. Por lo tanto, si tu hijo dice tener dolores de cabeza, no llega a copiar en clase o se distrae mucho, puede que esté necesitando una consulta con el oftalmólogo.
La primera medida que hay que tomar es prestar atención a ciertos indicios que pueden dar cuenta de problemas visuales: si el niño se acerca demasiado a la televisión o a un texto al leer o escribir; si entrecierra los ojos para mirar o enfocar; si se sale de los espacios al colorear un dibujo; si sufre de mareos, náuseas, dolor de cabeza o de ojos; si tiene cansancio visual, enrojecimiento, lectura lenta o déficit de atención; si parpadea o se frota los ojos en exceso.
En nuestro país, el certificado de apto oftalmológico es un requisito para comenzar las salas de 4 y 5 años del jardín de infantes, primer grado del nivel inicial y primer año del nivel medio. Sin embargo, aunque no sea obligatorio, es muy recomendable hacer un chequeo todos los años al inicio de cada ciclo escolar.
Siempre es mejor prevenir que curar: si tu hijo tiene alguna dificultad en su visión, cuanto antes la detectes mejor será para él. Por eso, antes del comienzo de este nuevo año, aprovechá para realizar esa visita al oculista que tanto venís postergando, incluso si el chico no presenta síntomas. El día de mañana te lo va a agradecer.