No te olvidarías de ir a almorzar a casa de tus padres o si un amigo te invita a una cena. Tampoco dejarías de participar de un evento así, en el caso de que estés cansado o encuentres algo mejor que hacer. ¿Por qué? Simplemente porque al ser amigos o familiares los ponés en un lugar privilegiado dentro de tus gustos y tus obligaciones, además de querer verlos y de compartir un momento juntos para que el afecto siga creciendo, para que se fomente la confianza y se pueda mantener el vínculo por mucho más tiempo.
Luego, nos decimos Cristianos y nos sentimos regocijados de la amistad que con Jesús podemos tener a través de la oración, ¿pero qué pasa en el momento de compartir su mesa?
Si descubriéramos el valor de la Misa, si realmente viéramos en ese momento semanal la oportunidad de encuentro con Jesús y con Dios, nuestro Padre, realmente no podríamos desperdiciar ni una de las convocatorias que cada Domingo nos hace.
Por qué ir a Misa todos los Domingos
No tiene que ser tan solo una cuestión de costumbre aunque el hábito ayudará a que no se olvide de cumplir el evento. Tiene que ser una cuestión de necesidad.
- ¿Has hablado frente a frente con Dios en la Misa?
- ¿Te has llevado el Cuerpo de Cristo a tu hogar a través de la Comunión?
- ¿Has sentido la fraternidad de la Familia Cristiana en cada gesto o Palabra?
Si alguna vez has vivido con fortaleza y ganas la Celebración de la Misa seguramente recuerdes algunas de las sensaciones antes descriptas. Y si has llegado a sentirte así tan cerca de Dios, ¿por qué no te das la oportunidad de tener una semana llena del amor de Dios cada Domingo?
No es cuestión de épocas ni de Modas. Se trata de Dios mismo que pone una cita para que podamos comunicarnos con él. ¡A aprovecharla!
Contenido producido originalmente por FastForward Concepts para Colegio Santo Tomás de Aquino.