En México, un niño logró un significativo cambio para su familia a través del rezo: con tan solo 8 años, Diego transformó la realidad de su familia, marcada por problemas de malos tratos, alcoholismo y pobreza, gracias a su fe en Jesús.
La historia sucedió en Mérida, capital del Estado de Yucatán, en la primera capilla de Adoración Perpetua que los Misioneros de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento establecieron en esa ciudad. El sacerdote Patricio Hileman contó que el pequeño escuchó en una de sus predicaciones que “a los que se disponen a estar en vigilia en la madrugada, Jesús los bendecirá cien veces más”.
Las palabras del sacerdote hicieron que el niño decidiera hacer su vigilia a las tres de la madrugada, algo que llamó la atención de su madre, a quien le explicó que lo haría porque quería que su papá dejara de beber y de pegar, y que la familia dejara de ser pobre. Durante la primera semana, la madre lo acompañó y, la segunda, invitó a su padre.
“Un mes después comenzaron a participar en la adoración perpetua. El papá dio testimonio de que experimentó el amor de Jesús y fue curado, y después se enamoró nuevamente de la mamá en esas horas santas. El papá dejó de beber, dejó de pelear con la mamá y dejaron de ser pobres. Por la fe de un pequeño de solo 8 años, toda la familia se curó”, afirmó el sacerdote Hileman.
Este es uno de los diversos testimonios de conversión que confirman que la fe puede lograr cosas que se creían imposibles, y que es aún más fuerte su poder si se comparte dentro de la familia.