Así como nosotros hemos logrado reconocer, más tarde o más temprano en nuestras vidas, el regalo que tenemos en las Escrituras, queremos compartir este amor con nuestros hijos: queremos que aprendan a escuchar esas palabras y a entender que Dios los ama y que les habla de verdad.
Pero, como no es fácil retener la atención de los chicos, aquí tenemos tres maneras sencillas para empezar a introducir las Escrituras en las vidas de nuestros hijos:
- Decorá tu hogar : Ya que se supone que la familia es la “Iglesia doméstica”, es apropiado que el arte de nuestros hogares sea abiertamente religioso y basado en las Escrituras. La práctica sugiere a los niños que no se trata de unas simples palabras salidas de un libro viejo, sino que son palabras mayores con un mensaje que no puede obviarse.
- Entretenelos: Los niños se desesperan por tener dos cosas: entretenimiento y atención. Podemos canalizar esos deseos de una forma saludable leyendo algunos fragmentos de las Escrituras en voz alta, en familia, todos los días.
- Cantá: Elegí una canción basada en palabras de las Escrituras y empezá a cantarla en familia: puede ser parte de la oración familiar diaria o la manera de la familia de hacer una ofrenda matinal. Tal vez pueda sustituir a la bendición habitual antes de comer.
Lo principal es que nosotros, como padres, entretejamos las Escrituras profundamente en nuestras vidas. De esta manera, nuestros hijos se contagiarán de ese deseo y querrán conocerlas más profundamente.