Próximos a la festividad de Cristo Rey nos preguntamos qué significa que Cristo sea el Rey de nuestras vidas. Un Rey generoso que guía, que orienta y que tiene siempre una mano puesta en el hombro. Muy lejana es la imagen de nuestro Cristo Rey de aquellos reyes de antaño que podrían sentarse en alto para mirar a su población.
Nuestro Rey es humilde, dadivoso y es por ello que también obliga a una postura de humildad para poder vincularse con él. Y si Cristo se nos presenta solidario y noble, cómo no reflejar su imagen para la Evangelización.
Cuando nos gusta un cantante, un grupo musical, un equipo de fútbol, lo propagamos y difundimos con énfasis, con esmero. A través de la ropa, de imágenes, con cantos, gritos o algarabía. Llegamos a manifestar que tal o cual son nuestra pasión y dueños de nuestro corazón.
¿Se imaginan qué magnificada estaría la imagen de Cristo si nos ocupáramos con la misma energía de difundirla y promocionarla como el centro de nuestra vida?
Sin embargo, Dios ni siquiera nos pide tanto. Con un acto, con una mirada, con una palabra justa a tiempo, con un gesto de amor, con no negar que pertenecemos al reino de Dios ya estaríamos contribuyendo en gran medida a ser partícipes de este grupo de Cristianos que ahora, como todos los años, proclama a Cristo como Rey y único dueño de los corazones.
Y la festividad de Cristo Rey anticipa la llegada del Adviento que se convierte en espera, en esperanza por la llegada de ese humilde Niñito que, enviado por Dios, cambió el rumbo de la humanidad.
¿Sabés que podés hacer mucho con solo permitirle a Cristo ser el Rey de tu vida? Abrí tu corazón al Rey que mejor que guiará por el camino de la felicidad eterna.
Contenido producido originalmente por FastForward Concepts para Colegio Santo Tomás de Aquino.