Los padres somos humanos, y muchas veces podemos perder el control y reaccionar de mala manera ante las acciones de nuestros hijos. Sin embargo, alzar la voz no es la mejor opción. Un estudio demostró que gritar genera niños agresivos, con baja autoestima y depresivos.
La Universidad de Pittsburgh, en conjunto con la prestigiosa Universidad de Michigan, arribaron a esta conclusión. Un grupo de científicos estudió los efectos de uno de los métodos a los que suelen recurrir los padres para educar a los más chicos: la técnica de levantar la voz y apelar a insultos y descalificaciones.
Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Child Development. El análisis puso bajo la lupa a 976 familias compuestas por padre, madre e hijos de entre 13 y 14 años. Un 45 % de los padres admitieron apelar a la “disciplina verbal”, y fueron justamente sus hijos quienes desarrollaron más problemas de conducta que el resto.
De esta manera, los investigadores concluyeron que gritar a los chicos despierta en ellos comportamientos destructivos. Por lo tanto, en lugar de inculcar disciplina a los niños, los gritos provocan manifestaciones agresivas y depresivas.
En este sentido, los expertos en educación hacen énfasis frecuentemente en mecanismos para controlar el enojo y las emociones de los padres: respirar profundo y reprender al niño una vez calmados resulta fundamental. Ahora bien, en caso de haberle gritado a tu hijo, es importante pedir perdón y explicarle que lo amás y que solo obraste presa de tu ira.