Cada 11 de septiembre se repite el mismo esquema: se celebra el Día del Maestro, se conmemora el fallecimiento de Sarmiento y nuestros docentes reciben algún obsequio a modo de agasajo. Sin embargo, la importancia real de esta fecha es otra, y tiene que ver con el papel fundamental que tienen los maestros en la vida de nuestros hijos.
A lo largo de nuestra vida, todos nos hemos cruzado con maestros que marcaron nuestro camino: a veces de manera terminante, nos ayudaron a tomar un rumbo importante en nuestra vida; otras de manera sutil, con su consejo y su compañía diaria. Pero todos ellos –en mayor o menor medida– han contribuido a que hoy seamos lo que somos.
Por este motivo, es fundamental que hoy honremos también a quienes cumplen esa misma función en la vida de nuestros hijos: quienes los cuidan, los acompañan y los forman como personas, más allá del conocimiento teórico que también les brindan. Enseñémosles a los chicos a valorar a sus docentes, a quererlos, admirarlos y agradecerles cada día lo que hacen por ellos.
La profesión del maestro es vocación en un cien por ciento: vocación para levantarse todas las mañanas, llegar a la escuela y pararse frente al aula, para entregarse por completo a sus alumnos. Por eso, este Día del Maestro recordemos todo lo que hacen por nosotros y valoremos más que nunca el papel que cumplen en nuestra sociedad.