Estamos a pocos días del inicio de la cuaresma y como todos los años se vuelve a pensar en los ritos, en lo tradicional, en qué hay y qué no hay que hacer durante este período litúrgico.
Lo cierto es que es un verdadero período de preparación para asumir la importancia de Dios Hecho Hombre entregado por todos nosotros y ofrecido por el propio Padre. Y cuando se toma verdadera dimensión de lo que se hizo por todos nosotros, ¿cómo se puede igualar aunque sea en una mínima parte tan grandioso corazón?
Una de las propuestas más claras que se hacen presentes durante la cuaresma y el Miércoles de Ceniza incluido, es el ayuno, una práctica de sacrificio bastante lejana a las costumbres consumistas que hoy en día sustentamos.
Y si bien en sus orígenes el ayuno refería a la ausencia total de alimentos, sabemos que tal vez las exigencias diarias no permitan cumplirla en su totalidad, lo que no significa que no se pueda ayunar.
¿Qué es ayunar y cómo practicarlo?
El ayuno puede ser la privación de algo que guste demasiado, que consideremos el centro de nuestra vida, aquello que duela solo por ser abandonado por un rato. Pero el ayuno por el ayuno en sí mismo no es de lo más provechoso si no mira hacia la caridad.
Que yo me prive de algo para que sea de beneficio en el más necesitado y no solamente para satisfacer mi ego de haber cumplido con esfuerzo tal normativa.
Cuando el ayuno se trata de alimentos, es bueno pensar en la posibilidad de hacer caridad con esos platos de comida que uno deja de comer y llevarlos a quienes pasen hambre. Pero tal vez no sea el alimento lo que más nos cueste dejar y sí puede ser mi teléfono móvil del cual estoy pendiente cuanto minuto transcurre.
Y la pregunta entonces será, cómo orientar el abandono de mi celular por un rato, hacia la caridad. Si hay algo que nuestro teléfono captura en gran medida es la atención. Esa misma atención que se deja de prestar a un diálogo fraterno, a un juego desinteresado, a una charla profunda, a una visita de caridad.
Podríamos entonces ayunar de “comunicación móvil” por un rato para regocijarnos en la comunicación directa, en la visita a un enfermo, en la caridad con un vecino o un amigo.
Y esto es tan solo un ejemplo de miles que se podrían emprender con tan solo pensar por un instante de qué nos costaría ayunar.
Contenido producido originalmente por FastForward Concepts para Colegio Santo Tomás de Aquino.