Cuando comienza el año, es normal que nos planteemos nuevos propósitos que queremos alcanzar. Sin embargo, muchas veces nuestros objetivos quedan en el camino y nos sentimos frustrados al final del año.
En estos casos, siempre es bueno escuchar a quien puede ayudarnos. El Padre José Luis González Santoscoy, sacerdote de la Arquidiócesis mexicana de Guadalajara que también dirige un apostolado en redes sociales, propone cuatro consejos para que los propósitos del Año Nuevo no se queden solo en buenos deseos:
- Menos es más: “No trates de abarcar mucho porque abandonarás todo. Es importante que te plantees un objetivo que te atraiga y sea posible de realizar, ya que en ocasiones nos ponemos una lista interminable de cosas por cambiar, porque queremos ser perfectos de la noche a la mañana, y esto termina siendo una carga pesada que nos mata en lugar de motivarnos”.
- Fijate un objetivo concreto: “Sé específico en lo que quieres para que logres obtener resultados. Por ejemplo, a veces decimos ‘seré el mejor papá’. Eso no ayuda, más bien: ‘¿qué me llevará a ser mejor papá? Por ejemplo, pasaré más tiempo con mi esposa y mis hijos’. Sé específico y busca propósitos concretos”.
- Un día a la vez: “Si piensas que tu objetivo lo vas a trabajar los 365 días del año, en automático pensamos que es muchísimo, por ello hay que vivir un día a la vez. Hoy tienes la oportunidad de cambiar hábitos negativos, hoy me decido a ser más cariñoso. No excedas tus propias limitaciones y vive un día a la vez, esto te ayuda a ir obteniendo resultados visibles y reales, lo cual te motivará bastante porque irás aumentando en confianza al ver resultados”.
- Buscá una red de apoyo: “Conversa con la familia y los amigos sobre estos propósitos para que ellos también te ayuden y te motiven. En ocasiones podemos flaquear y necesitamos de alguien que nos ayude a retomar el camino. Vivir una vida sin propósitos que nos ayuden a cambiar nos lleva a vivir una vida sin esperanza. Por eso, no le tengas miedo al cambio, es importante luchar y siempre avanzar. Recuerda que, en la medida en que estemos cerca del Señor, Él nos ayudará a perseverar, nunca te des por vencido.