“Celular sí/celular no” es una disyuntiva a la que se enfrentan los padres de chicos de todas las edades. Si bien no podemos asilar a nuestros hijos del mundo en el que vivimos, donde este artefacto pasó a formar parte de nuestra vida cotidiana, tampoco podemos dejar que dispongan de él de manera ilimitada.
El tiempo adecuado que debería pasar un chico con un celular (sea propio o de los padres) varía de acuerdo a la edad. Los expertos recomiendan que el contacto con las pantallas debe ser nulo entre los 0 y los 2 años de edad. En los próximos tres años de vida (3-5), se sugiere una hora diaria como máximo. De 6 a 12, el límite deberían ser las dos horas por día.
La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda que, en los primeros años, la actividad se realice en compañía de un adulto que ayude al niño a entender lo que está viendo y a poder aplicarlo al mundo que lo rodea. El cerebro de los chicos está en pleno desarrollo y necesita de los estímulos sensoriales. Por ejemplo, al ver rodar una pelota, el niño aprende todo el proceso, puede incluso tocarla. Pero, si la ve en una pantalla, solo percibe algo bidimensional.
Los estudios revelan que existen inconvenientes que pueden desarrollarse en los niños si la relación con los celulares es excesiva:
- Problemas para mantener la atención durante un tiempo prolongado.
- Retrasos cognitivos y dificultad para aprender.
- Dificultades para conciliar el sueño.
- Aumento de la impulsividad y los malos hábitos.
Sin embargo, el uso de celulares también tiene su lado positivo: en los niños de entre 2 y 5 años, el uso de celulares y tablets con programas educativos puede ayudar en el desarrollo de habilidades, siempre restringiéndolo a un máximo de dos horas diarias.