La rutina, la jornada laboral, las obligaciones, muchas veces hacen que nuestra paciencia disminuya y que no les podamos prestar a nuestros hijos la atención que demandan. Los chicos no siempre hacen lo que les decimos, pero la mejor solución es enseñarles con el ejemplo; por eso, para que aprendan a escuchar, es imprescindible que nosotros también tengamos el hábito de escucharlos a ellos.
Es importante que escuchemos a nuestros hijos desde que son pequeños, porque de ese modo aprenderán que esa es la manera adecuada para compartir sus pensamientos y sentimientos y, a su vez, aprenderán a escuchar y a oír lo que tratamos de enseñarles.
Al sentirse escuchados, los niños se relajan se abren y nos muestran su interior. Cuando les prestamos atención sincera, les damos una oportunidad de acercarse, de desahogare y de crear un vínculo duradero.
Mediante el ejemplo, los mayores enseñamos a los chicos a esperar su turno para hablar y a no interrumpir cuando otro está hablando: saber escuchar es un mecanismo de conexión con los otros.
Por estos motivos, a pesar de que hayamos tenido un día largo y estemos cansados, es importante no distraernos mientras nos hablan, no interrumpirlos mientras nos cuentan lo que tienen en mente, no juzgarlos y dejar que se expresen libremente. Así ellos también nos escucharán cuando tengamos algo que decirles.
Contenido producido originalmente por FastForward Concepts para Colegio Santo Tomás de Aquino.